Cuando analizamos un escrito tenemos que tener en cuenta las siguientes zonas o sectores de las letras y las palabras para llevar un orden a la hora de emitir un dictamen en un informe.
Por un lado, en vertical, nos encontramos con las zonas superior, media e inferior. Por otro, si nos movemos en horizontal, estarán las secciones inicial, central y final.
Índice
Zona superior de la escritura
La que está por encima de la caja caligráfica. La componen las partes que sobresalen en las letras por arriba, llamadas hampas y que son parte de las letras “b”, “d”, “f”, “h”, “k”, “l” y “t”. Lo normal es que estén unidas a la parte central de la letra y que midan el doble que los elementos que están dentro de la caja caligráfica, aunque las podemos encontrar de diversas medidas y todo eso también nos indicará individualidades en la escritura. Al realizar el estudio hay que fijarse en su longitud, la presión, la dirección, si se inclina hacia la izquierda o hacia la derecha, si tiene o no bucle y cómo es este de grande, si se une o no con la anterior o la siguiente letra, etc. Las hampas pueden ser rectas, en bucle (grande, mediano, pequeño), con lazo, en gancho, etc.
A modo de ejemplo, la “l” de la imagen tiene un hampa en forma de bucle de tamaño mediano, unida a la “o” anterior y ligeramente inclinada a la derecha. También en esta zona se encuentran los puntos de las “íes”, las tildes ortográficas o la parte superior que sobresale en las mayúsculas.
Hay multitud de modelos en cada letra. Algunos los podemos observar en las siguientes figuras:
Zona media o central de escritura
La propia caja caligráfica, lo que es el cuerpo de la palabra. También se llama caja de escritura y se corresponde con el cuerpo central de las letras, es decir, las partes que no sobresalen ni por encima ni por debajo. Puede adoptar diversas formas: recta, cóncava, convexa, curva, etc.
Es la parte que está contenida entre las dos líneas paralelas. En el caso del ejemplo de la imagen, se trata de una caja caligráfica recta.
Otros elementos importantes dentro de este sector son los óvalos, que son los círculos o elipses que se forman al escribir la “a”, la “d”, la “g”, la “o”, la “p” y la “q”. También son muy significativos y presentan muchas variedades: abiertos (por arriba, abajo, la izquierda o la derecha), cerrados (con las mismos variantes), cegados, divididos, con o sin rasgos iniciales y/o finales, angulosos…
Aquí podríamos analizar los óvalos de las “oes”: cerrado, con ojal al final, ligado a la letra siguiente; de la “g”: cerrado y unido con el resto de la letra; y de la “a”, cerrado por la parte superior derecha y grande.
Otros de los muchos ejemplos son los que se muestran a continuación:
Zona inferior de escritura
Por debajo de la caja caligráfica, las partes que sobresalen en las letras por debajo. Estos elementos reciben el nombre de jambas, presentes en la “g”, “j”, “p”, “q” e “y”. Las características que se estudian en las jambas son las mismas que se han expuesto para las hampas.
De esta forma, podemos decir que la “g” de la figura superior tiene una jamba corta, cerrada, en forma de bucle, ligada a la siguiente letra, etc. Más ejemplos de jambas del sector inferior:
Zona inicial de la escritura
El comienzo de la letra, donde estarán los puntos de ataque y los rasgos iniciales. Los rasgos de ataque o iniciales se producen cuando el útil escritural (bolígrafo, pluma, lápiz, etc.) toma contacto con la superficie sobre la que se escribe (normalmente el papel) y llegan hasta el inicio del trazo principal de la letra. Pueden ser más simples o más adornados o incluso no existir, pero en cualquiera de los casos es una característica muy identificativa en las escrituras de cada persona.
Por su parte, el punto de ataque es un gesto muy poco consciente, por lo que también es un elemento clave a la hora de examinar un escrito. Siempre habrá uno, independientemente de si la letra tiene o no rasgo inicial. Pueden ser rectos, apoyados, en arpón, etc.
Zona final de la escritura
Los llamados puntos de escape, que se encuentran en los finales de las letras. Al igual que ocurre en el principio de las letras, también en el final nos podemos encontrar con dos elementos: los rasgos finales y los puntos de escape o finales.